Pocas ciudades del mundo tienen declarado todo su casco histórico Patrimonio de la Humanidad. Córdoba es una de ellas. Supone un orgullo y un reto. Orgullo por lo que ese reconocimiento significa para su pasado. Reto porque supone mantener un esfuerzo continuo por defenderlo de las agresiones de todo tipo que para los cascos históricos traen consigo los tiempos que nos han tocado vivir. Pocas veces se ha construido tanto como en nuestros días. Tanto se ha construido que un elemento fundamental de la crisis vivida en España -apenas remontada- ha sido la denominada crisis del ladrillo. Posiblemente el impacto constructivo contemporáneo, en cuanto a dimensiones y salvando las distancias, sea comparable al que significó para la Europa medieval la construcción de un elevado número de imponentes catedrales -también templos menores-con la eclosión del gótico.
El casco histórico de Córdoba está lleno de callejas, callejuelas y callejones llenos de llamativos detalles que van desde el singular pavimento llamado “chino cordobés” a la vieja columna de otro tiempo empotrada en una esquina. Desde la sencillez de la cal de una humilde vivienda a la piedra labrada de una casa señorial. Los nombres de esas callejas también nos hablan del pasado. Nombres que resuenan en nuestros oídos con ecos cargados de historia. Callejas en las que en otro tiempo se desempeñaron determinadas actividades, vivieron en ellas vecinos reconocidos, se desempeñaron actividades hoy desaparecidas o gentes que tenían en común, amén de la vecindad, el desempeño de un mismo oficio. Sus nombres nos hablan de ello y también nos dejan numerosas interrogantes cuyas respuestas nos gustaría conocer. ¿Estaban privados de la vista los vecinos de la Calleja de los Ciegos? ¿Por qué una de ellas recibe el nombre de los Afligidos? ¿El nombre de Buenos Vinos a qué clase de realidad responde? ¿Qué o quién sería la Pimentera que dejó su nombre a una calleja cordobesa? ¿Qué nos quiere decir el nombre de Amortajados con que se nombra otra de ellas? Ramírez de Arellano en sus “Paseos por Córdoba” se refiere a una Calleja del Condenado, hoy desaparecida y del que no da mayores referencias.
La iniciativa de continuar con el llamado Festival de las callejas nos parece todo un acierto del director de la Casa de las Cabezas, que cuenta con el apoyo del Ayuntamiento, a través del Instituto Municipal de Turismo. Es algo digno de elogio llamarnos la atención sobre ellas, sinuosas unas, más enderezadas otras, con arquillos que van de pared a pared o sin ellos, pero por lo general, estrechas, íntimas y silenciosas. Esas callejas que forman parte importante del alma de Córdoba y, al mismo tiempo, son el contrapunto a los modernos bulevares, a las grandes avenidas inundadas de ruidos de toda clase y procedencia, a los amplios espacios -muchas veces construidos sólo a base de cemento y hierro con algo de mobiliario urbano confeccionado en serie, que demanda lo que hemos dado en llamar modernidad. Son el contrapunto de ese mundo de grandes almacenes, restaurantes gourmet, tiendas de moda… Esas callejas son una parte importante del pasado que ha llegado hasta nuestros días hablándonos de otros tiempos. Dar realce a las callejas es poner en valor la singularidad de un casco histórico excepcional. Conocerlas mejor es una hermosa forma de acercarnos a una parte importante del alma de Córdoba que late en su casco histórico y que, en demasiadas ocasiones, es poco valorado.
(Publicada en ABC Córdoba el 8 de septiembre de 2018 en esta dirección)
Excelente. Artículo Sr. Calvo, siempre nos deleita con su gran conocimiento en historia, cosa que me agrada enormemente y mucho más si es de Córdoba mi ciudad, a la que adoro, mis felicitaciones….